Los medios de comunicación en la provincia Valverde indudablemente se han
vuelto parte de nuestra vida cotidiana, parte de nuestra cultura visual y
más cotidiano ha sido el contenido de tipo violento que se presenta y eso hace
que pocas veces se reflexione entorno a él y además se deje de lado los efectos
que pueda tener.
Los niños y adultos miran televisión
por un promedio de cuatro a cinco horas diarias. La televisión puede ser una
influencia poderosa en el desarrollo de un sistema de valores y en la formación
del comportamiento. Desgraciadamente, una gran parte de la programación actual
es violenta. Cientos de estudios sobre los efectos de la violencia en la
televisión en los niños y los adolescentes han encontrado que los niños pueden:
volverse “inmunes” al horror de la violencia, Gradualmente aceptar la
violencia como un modo de resolver problemas, imitar la violencia que
observan en la televisión, identificarse con ciertos caracteres, ya sean
víctimas o agresores.
Los niños que se exponen excesivamente a la violencia en la televisión
tienden a ser más agresivos. Algunas veces, el mirar un sólo programa violento
puede aumentar la agresividad.
Los niños que miran espectáculos en los que la
violencia es muy realista, se repite con frecuencia o no recibe castigo, son
los que más tratarán de imitar lo que ven. Los niños con problemas emocionales,
de comportamiento, de aprendizaje o del control de sus impulsos puede que sean
más fácilmente influenciados por la violencia en la TV.
El impacto de la
violencia en la televisión puede ser evidente de inmediato en el comportamiento
del niño o puede surgir años más tarde y la gente joven puede verse afectada
aun cuando la atmósfera familiar no muestre tendencias violentas.
Esto no indica que la violencia en la televisión sea la única fuente de
agresividad o de comportamiento violento, pero es ciertamente un factor
contribuyente significativo.
Uno de los efectos que más se menciona que produce la violencia es el de
válvula de escape, pues al contemplar escenas e imágenes violentas, las
personas se liberan indirectamente de aquella violencia reprimida que cada uno
de nosotros posee. Es Fernando Savater, catedrático y escritor de la
Universidad de Complutense de Madrid, quien da una posible explicación a este
hecho.
Puede que se experimente aquella doble identificación del verdugo y la
víctima. Por un lado, se identifica uno con el poder sobre la vida y la muerte
que posee el agresor y que sirve para satisfacer aquella sed de poder. Por el
otro lado se encuentra el miedo y fragilidad de la víctima haciéndonos ver el
resultado que se podría provocar al adoptar una conducta violenta y sintiendo
de alguna manera culpabilidad. Según Savater, básicamente es una “simple
fantasía compensatoria ante la relativa impotencia cotidiana”.
Lo que si puede afirmarse con toda certeza es que produce un efecto
adictivo, prueba de ello, es la gran cantidad de contenido violento que las
televisoras ponen al aire gracias a la demanda de la audiencia, y esto es lo
que lo hace rentable.
Otro efecto positivo que se le atribuye a la violencia en los medios es el
efecto de la disuasión. Se refiere al mensaje de que siempre el crimen es
castigado.
Un efecto adicional también mencionado es el de ver a la televisión como una
ventana que muestra el lado cruel del mundo, empujando a las personas a buscar
el lado contrario en la realidad, es decir, la paz y la tranquilidad.
Por otro lado, mencionando ahora los efectos negativos se expone
frecuentemente que el hecho de que las personas se les expongan con material
violento de forma constate, provoca una modificación en la percepción humana
con respecto a la violencia.
Rojas Marcos es quien denomina este fenómeno como
“síndrome del mundo malo”, en donde las personas se perciben más débiles
y vulnerables ante la imponente presión de la violencia que en algún momento
oprimirá, sin saber cómo defendernos de ella. Este sería el efecto contrario al
de la doble identificación del verdugo y la victima.
Un segundo efecto también mencionado por Marcos Rojas, consiste en los
medios de comunicación provocan en la audiencia una percepción de menor alarma
frente a la violencia. En este caso serviría para que las personas toleren la
inevitable violencia del mundo.
Debe tomarse en cuenta que toda exposición inmediata y abrupta de la vida
hostil e inhumana es capaz de alterar la mente humana, esto sobre todo en los
infantes, principalmente de cuatro a doce años de edad que se marca como su
periodo más vulnerable y cuando es más fundamental la asistencia paternal.
Afortunadamente la mente humana aprende rápidamente a distinguir entre
aquello real y ficticio, correcto e incorrecto, y que, según Rojas Marcos,
“ningún medio de comunicación, por sí solo, tiene la fuerza para alterar esta
capacidad innata y adaptativa”.
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